No habéis tenido nunca la sensación de estar haciendo cualquier cosa y de repente quedaros en blanco y daros cuenta de algo? Como si despertaseis aunque estuvieseis despiertos, como si fuese una revelación? Ahora imaginaros que esa revelación os hace daros cuenta de que no estáis viviendo la vida que vosotros queréis. Y que no sabéis qué hacer para cambiar eso. Solo sois conscientes de que, desde un momento que no sois capaces de precisar, os habéis dejado arrastrar por la marea, llevados por la inercia de los acontecimientos. Que vuestros padres tenían preparado para vosotros un camino más o menos preestablecido que vosotros habéis seguido en un principio por complacerles, pero más tarde porque ni siquiera erais conscientes de que había otros caminos, otras oportunidades que estabais perdiendo. Como si un día os despertaseis conduciendo un coche y tuvieseis un GPS con una ruta predeterminada y fija: podéis equivocaros en un giro, pero el GPS recalculará la ruta para que sigáis yendo al mismo punto.
Y no solo eso, sino que mientras habéis ido recorriendo ese camino, habéis encontrado a otras personas que poco a poco os han ido importando, y que os han conocido de una forma. Y que se han acostumbrado a que actuéis de una manera determinada, a poner expectativas en vosotros que esperan que se cumplan, de la misma forma que vosotros habéis hecho con ellos. Y que ellos, en parte, también han ido determinando el camino, limitando las posibilidades, marcándolo aun más claro, más rectilíneo, más estrecho. Como si fuera un copiloto que hace que sigas las indicaciones del GPS aún cuando estás distraído, incluso cuando vas a equivocarte.
Ahora imaginad que durante ese camino, habéis ido teniendo pruebas, de uno u otro tipo. Por poner un analogía, pensar que eran peajes. Al principio costaban poco, y los habéis ido pagando. Sin embargo los últimos tenían un precio altísimo, y no lo habéis podido pagar. Pero en vez de deteneros o cambiar de ruta, os lo habéis saltado. Habéis fallado, y ahora la poli os persigue, haciendo que ya no podáis parar, o que si paráis, se vaya a liar gorda.
Por último, haced un esfuerzo más, e imaginad que esa sensación se repite, cada día, agobiándoos con la presión, haciéndoos sentir el peso de las esperanzas que vuestros padres (o quien fuera) han puesto en vosotros, todos los sacrificios que han hecho para que estéis donde estáis. Que sentís que os ahogáis bajo ese mar de angustia, de nudos en la garganta, de lágrimas contenidas, de rabia, de puñetazos a la pared, de gritar en silencio. Que sentís que vuestra alma, que vuestro corazón pide a gritos auxilio mientras se va durmiendo lentamente, hasta que ya no lo notéis. Hasta que ya no quede en vosotros más que el trabajo de los demás. Nada que sea realmente vuestro. Conduciendo un coche que no es vuestro a un destino que vosotros no elegisteis con la pasma pisándoos los talones. Y ahora, solo ahora, cuando hayáis imaginado todo eso, intentad respirar.
Aquí tenéis la letra.
sábado, 13 de septiembre de 2008
Numb (historia de un viaje)
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¡OLE!!!!
ResponderEliminarjajajaja, gracias por el comentario, pero vamos, agradecería también algo un poco más específico
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