viernes, 19 de diciembre de 2008

Seguro que os ha pasado alguna vez

Parece que por fin vuelvo a la carga (ahora sí que sí) y tengo un rato libre para escribir. Como pedís texto y reflexiones, eso vais a tener. Hace tiempo que tenía en mente este artículo, y espero que mis paranoias os sirvan de algo. En mi caso fue hace tiempo, pero seguro que todos habéis pasado por esto en alguna ocasión, o lo estáis padeciendo ahora mismo. Dejadme que os cuente una historia:
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Un chico y una chica se encuentran en un estanque, y tras una invitación cortés por parte de él, deciden alquilar una barca de remos para navegar un rato. Él toma el remo derecho, y ella el izquierdo. Al principio, se ponen de acuerdo y ambos reman a la vez en el mismo sentido para llegar al centro del estanque. Allí se paran un largo rato, durante el cual hablan, ríen y se divierten.

Sin embargo, comienza a anochecer y a refrescar, por lo que llega un momento en el que tienen que volver a tierra firme. Hay un embarcadero en cada orilla del estanque, llamémosles Amistad y Amor (que le vamos a hacer, los de la tienda de barcas son unos cursis). Él le pregunta qué dirección quiere tomar, y ante el silencio de ella, comienza a remar hacia el segundo. Pero ella, por razones que él desconoce, no rema. Así que lo único que consigue el chaval es dar vueltas enormes con la barca muy lentamente sin dirigirse a ningún punto concreto.

Viendo que no consigue nada, comienza a remar hacia Amistad pensando que es el destino que quiere tomar la chica, pero ella sigue sin remar, y el resultado es obviamente el mismo. Llegados a este punto, él chico le pide explicaciones a la chica de porqué no está remando, y tras un montón de excusas, consigue que ella también comience a remar.

El caso es que cuando él comienza a remar hacia Amor de nuevo, ella comienza a remar hacia Amistad. Perplejo, el chico decide cambiar de sentido para, al menos, llegar a tierra firme. Pero cuando lo hace, ella también cambia el sentido. El chico, enfurecido por el inexplicable comportamiento, comienza a remar más fuerte, a lo que ella replica de la misma manera. Así, consiguen únicamente dar vueltas cada vez más pequeñas y rápidas. Justo en esos instantes comienza a llover una fuerte tormenta. Desde la orilla, la gente les grita que vuelvan.

Él comienza a marearse, y superado completamente por la situación, deja de remar y le implora a la chica que le diga qué esta pasando. Ella no se inmuta. Él comienza a desesperarse, y por fin, en un arrebato de lucidez, se lanza al agua y llega nadando a la orilla. Se marcha del estanque sin volver la vista atrás, y sin saber a qué orilla quería dirigirse ella...
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Lo cierto es que pasó hace tiempo, pero he tenido que esperar a que se me secara completamente la ropa para poder contarlo.

2 comentarios:

  1. Ayyyyyy!el amor es asi.Me pregunto si hablaste con la chica claramente de la situacion,a veces dar vueltas y dudar te hace mas vulnerable y ella lo noto´.De todas fomas,consuelate,es peor haberse ahogado justo antes de llegar a la orilla.V.

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  2. Leyendo esta historia me doy cuenta de que no estás adiestrado en las técnicas de fucker ochentero. En primer lugar, nunca debías haberlo hablado, el silencio es tu mejor arma. En segundo lugar, al primer indicio de que no rema, te debiste tirar al agua y nadar tu solo hasta la orilla, pero sin enfadarte, como si nada hubiera pasado.
    Si la chica quiere algo más, acabará remando ella sola al embarcadero del Amor. A mi siempre me ha funcionado, y nunca lo he hecho deliberadamente, lo he hecho porque me sentí ofendido, y resultó ser la mejor opción.

    Conozco gente que sí utiliza esta técnica deliberadamente con toda tia que se topa, lo cual veo un poco cruel, el caso es que funciona muy bien.

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